El adiós duele, pero es el primer paso para encontrar mi propia voz nuevamente

Soñaba con olvidarnos del mundo en la playa, contigo, pero el amor se volvió esquivo y me dejó en la orilla de mi soledad.
Después de ti, solo quedan ecos de sueños; tengo que aprender a caminar solo, reconstruyendo mi vida paso a paso.
El amor nos prometió eternidades juntos, pero me encuentro despidiéndome, deseándote felicidad, aunque sea lejos de mí.
Volver a mí, después de haberte tenido a ti, es como aprender a respirar bajo el agua; posible, pero nunca igual.
Que la vida te sonría, que encuentres lo que a mi lado no pudiste. - Ser feliz sin ti, el último regalo que te doy.-
El adiós duele, pero es el primer paso para encontrar mi propia voz nuevamente, perdida en el eco de lo que una vez fuimos.

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A veces, la soledad se siente más profunda cuando sabes que alguna vez tuviste compañía. Me encuentro mirando el vasto mar de mi propia vida, aquel donde solíamos nadar juntos, sumergidos en promesas y sueños compartidos. Ahora, esas aguas se han vuelto frías y distantes. El eco de tus risas se ha desvanecido, y me duele recordar cómo el amor, que parecía tan seguro, se ha escurrido como arena entre mis dedos.

Paso mis días reconstruyendo una realidad donde ya no estás. Cada paso que doy hacia adelante parece pequeño y vacilante, como si tuviera que aprender a caminar nuevamente. En mi mente, repaso nuestros momentos, intentando entender en qué momento comenzamos a desvanecernos. Aprender a estar sin ti es un reto diario, un curso intensivo en aceptar el vacío que dejaste.

Prometimos eternidades, construimos castillos en el aire, y aunque esos castillos se han derrumbado, sigo deseándote todo el bien del mundo. Decirte adiós es el acto más doloroso y generoso que he tenido que enfrentar. Me obliga a soltar no solo tu mano, sino también la versión de mí misma que sólo existía a tu lado.

Redescubrirme sin ti es como respirar bajo el agua, un ambiente completamente nuevo y desafiante. Cada bocanada de aire es un triunfo y una derrota, recordándome que puedo sobrevivir, pero también lo diferente que es todo sin tu presencia. Es un aprendizaje duro y constante, redefinir quién soy y qué quiero ser ahora que estoy sola.

A pesar del dolor, empiezo a ver esto como una oportunidad para encontrar mi propia voz, una que había sido silenciada por el tumulto de nuestra relación. Este adiós, aunque cargado de tristeza, también lleva consigo la promesa de un nuevo comienzo para mí. Con cada día que pasa, el peso de tu ausencia se hace un poco más ligero, y poco a poco, empiezo a caminar no hacia ti, sino hacia mí misma.

© Shoshan, 18 de abril, 2024