¿Alguna vez te has preguntado por qué las cosas más sencillas de la vida suelen ser las más complicadas? Pongámoslo de esta forma: Imagina que estás en tu cocina por la mañana, preparando una tostada con mermelada para empezar el día con una sonrisa. Estás a punto de darle ese primer mordisco delicioso cuando, de repente, se te escapa de las manos y cae al suelo. Y, por supuesto, siempre será del lado de la mermelada. Ahí estás, mirando esa dulce y pegajosa tragedia que se ha desplegado en tu piso. No es solo una tostada; es un reflejo de cómo la vida nos tira curvas cuando menos lo esperamos.
En el acelerado mundo de hoy, las mujeres enfrentamos una gama inimaginable de desafíos todos los días. Desde las tediosas tareas del hogar hasta las reuniones de Zoom que nunca parecen acabar, estamos constantemente equilibrando platos en varillas muy, muy altas. ¿Y qué sucede cuando uno de esos platos se cae? Asumimos que es nuestra culpa, que deberíamos haber sido más cuidadosas, más organizadas, más algo. Pero, seamos sinceras, la vida tiene su propio conjunto de reglas y, a menudo, esas reglas parecen estar diseñadas para que las cosas caigan del lado menos conveniente.
Pero, en vez de verlo como un desastre, ¿qué tal si lo vemos como una oportunidad para reírnos de nosotros mismos y de las locuras de la vida? La tostada con mermelada en el suelo podría ser la señal que necesitas para detenerte y evaluar. Quizás estés haciendo demasiadas cosas a la vez, quizás necesites pedir ayuda o quizás solo necesites aceptar que no todo va a ser perfecto, y eso está perfectamente bien.
La realidad es que vivir esperando que todo salga como en un cuento de hadas es lo que nos lleva a la decepción. Aceptar que hay obstáculos, baches en el camino y tostadas caídas es lo que nos hace resilientes, sabias y, sí, humanas. En lugar de enfocarnos en la tostada en el suelo, centrémonos en cómo levantarnos, limpiar el desorden y seguir adelante. Quizás con una sonrisa en la cara y una lección aprendida.
Así que la próxima vez que te encuentres enfrentando una "tostada caída", ya sea literal o figurativa, tómatelo con humor y como una lección de vida. Después de todo, a veces necesitamos que las cosas salgan un poco mal para recordarnos que somos fuertes, capaces y lo suficientemente resilientes como para manejar cualquier cosa que la vida nos lance. Y quién sabe, tal vez esa tostada con mermelada en el suelo sea el comienzo de algo nuevo y emocionante.