La oración nos da la fuerza que necesitamos para seguir adelante.
Salmos 46:1: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones."
La Oración Como Refugio: Encontrando Fuerza en los Momentos Más Duros
En los momentos más oscuros, cuando el peso del mundo parece aplastarnos, es fácil sentirnos solos, perdidos, y sin fuerzas para seguir adelante. Son esos momentos, cuando el miedo nos susurra al oído que no hay salida, que necesitamos recordar una verdad sencilla pero poderosa: la oración es nuestro refugio, nuestra conversación directa con Dios.
Piensa en la oración no como un ritual complicado, sino como hablar con un amigo, ese amigo que nunca falla, que siempre está ahí, escuchando. No necesitas palabras elegantes ni frases memorizadas; Dios entiende tus suspiros, tus lágrimas, y hasta ese silencio lleno de preguntas. En la cocina, mientras preparas la cena, o en ese breve momento de descanso cuando los niños finalmente duermen, ahí mismo, en esa sencillez, puedes elevar tu corazón.
Recordemos lo que nos enseñan las Escrituras: "Dios es nuestro amparo y fortaleza, nuestro pronto auxilio en las tribulaciones" (Salmos 46:1). Esta promesa nos asegura que, sin importar lo difícil de la prueba, no estamos solos. La fortaleza que necesitamos no proviene de nosotros mismos; viene de Dios, y está al alcance de la mano, o mejor dicho, de la oración.
Cuando oremos en esos momentos difíciles, hagámoslo con la confianza de que seremos escuchados. No porque tengamos las palabras perfectas, sino porque nuestro Padre Celestial nos ama incondicionalmente. Él desea darnos la fuerza, la paz, y la guía que necesitamos para seguir adelante.
Entonces, te invito, en esos días cuando sientes que ya no puedes más, habla con Dios. Dile lo que te duele, lo que te asusta, lo que necesitas. Y luego, confía. Confía en que Él está obrando, incluso cuando no lo veas. La oración nos cambia, nos fortalece, nos prepara para enfrentar lo que venga con la certeza de que no estamos solos.
Así que, te animo, no esperes a que todo esté bien para hablar con Dios. Hazlo ahora, especialmente ahora, cuando más lo necesitas. Verás cómo, poco a poco, la luz se abre paso en la oscuridad, y esa fuerza que creías perdida, vuelve a ti, llenándote de esperanza y de la paz que solo Él puede dar.
© Shoshan, 16 de marzo, 2024