Hay amores del pasado que son como espinas clavadas en nuestro corazón. Allí donde vamos, nos parece volver a verlo. Los dejamos atrás, pero de vez en cuando los recordamos y añoramos, preguntándonos qué hubiese podido ser diferente… Sin embargo, siempre podemos aprender algo de ello:
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He amado, he llorado, he vivido. Y no me arrepiento, pues con ello he crecido.