Cuando un amor se va, el corazón se duele. ¿Cómo no hacerlo? Pero se puede superar, se puede dejar atrás al amor... aunque no sea nada fácil. Lee sobre ello en:
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¿Qué no sufra? Eso es imposible, desde que te fuiste el sol nunca más brilló para mí. Aún no puedo pronunciar tu nombre sin que me duela, te fuiste de un día para otro y no supe qué hacer, me quedé con el corazón destrozado y la vida no me mostró lo mejor, al contrario: me dio muy malos días y tuve que aprender a caminar por el pasillo del dolor. Eso sí, espero que un día el dolor se vaya y vuelva a mirar las cosas con mejores ojos. Autor: Shoshan
Cuando alguien se va de nuestras vidas de manera abrupta, deja un vacío que puede ser difícil de llenar. El duelo se convierte en un pasillo oscuro y desafiante que debemos atravesar.
Es natural que, en medio del dolor, sea difícil pronunciar el nombre de la persona que se fue. Cada recuerdo y cada pensamiento parecen traer consigo una punzada de tristeza. Pero a medida que avanzamos por ese pasillo del dolor, también aprendemos a encontrar fuerza y resistencia en nuestro interior.
Aunque los malos días pueden parecer interminables, hay esperanza en la idea de que el dolor eventualmente cederá. Con el tiempo, el corazón se curará y aprenderemos a mirar nuevamente las cosas con mejores ojos. La vida, a pesar de sus desafíos, tiene la capacidad de ofrecernos momentos de alegría y belleza, incluso después de haber atravesado el pasillo del dolor. La resilencia humana nos permite encontrar la luz incluso en los momentos más oscuros.