Soy una monada de fantasma, no asusto a nadie

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Soy una monada de fantasma, no asusto a nadie... ¿te importaría pegar un grito fingido para subir mi reputación? Gracias.

Cuento de una fantasma preciosa

En un rincón apartado del viejo castillo, habitaba un pequeño y tierno fantasma llamado Luna. A diferencia de otros fantasmas, Luna no tenía la capacidad de asustar a nadie. Con sus mejillas rosadas y una flor en su "cabeza", cualquiera que lo viera podría pensar que era una decoración de fiesta más que un espíritu del más allá.

Luna lo intentó todo para ser espeluznante: practicó su "Boo" frente al espejo, se deslizó sigilosamente detrás de las personas e incluso intentó hacer ruidos extraños en la oscuridad. Pero nada funcionaba. Cada vez que intentaba asustar a alguien, terminaban sonriendo o, peor aún, queriendo abrazarlo.

Un día, Luna tuvo una idea brillante. Se acercó a un grupo de niños que exploraban el castillo y les dijo con una voz melancólica: "Soy una monada de fantasma, no asusto a nadie... ¿te importaría pegar un grito fingido para subir mi reputación?". Los niños, al ver su sincera petición y su apariencia adorable, decidieron jugar a lo largo y gritaron tan fuerte como pudieron, fingiendo miedo. Desde ese día, Luna se sintió un poco más respetado en el mundo de los fantasmas, todo gracias a la bondad y al juego de algunos niños.

La moraleja de esta historia es que no todos tienen que encajar en un molde específico. A veces, lo que nos hace diferentes también nos hace especiales. Y, con un poco de ayuda y comprensión, podemos encontrar nuestro lugar en el mundo.