Cuando te pasa algo malo tienes tres opciones:
Dejar que lo ocurrido te defina,
dejar que te destruya,
o dejar que te fortalezca.
RECOMENDADO: Atrás queda lo malo, demos paso a lo bueno en nuestras vidas:
http://www.shoshan.cl/reflexiones/atras_queda_lo_malo.html
La vida está llena de altibajos, de momentos buenos y malos que configuran nuestra existencia. Cuando nos enfrentamos a situaciones difíciles o traumáticas, tenemos ante nosotros un cruce de caminos con tres direcciones posibles. La primera opción es permitir que lo ocurrido nos defina, convirtiéndose en el rasgo predominante de nuestra identidad. Esto puede llevarnos a una vida de victimización perpetua, donde el evento negativo se convierte en el centro alrededor del cual orbita todo lo demás.
La segunda opción es dejar que la adversidad nos destruya, que quiebre nuestro espíritu y nos sumerja en un abismo de desesperación y desilusión. Aquí, el peligro no solo radica en el evento mismo, sino en la espiral descendente de negatividad que puede seguir. Pero hay una tercera opción: permitir que la experiencia nos fortalezca. Esta es la opción que nos invita a crecer, a aprender de lo sucedido y a utilizarlo como un trampolín para convertirnos en una versión más fuerte y resiliente de nosotros mismos. No es el camino más fácil, pero es el que más a menudo conduce a una vida de significado y satisfacción. En este camino, no negamos el dolor o la dificultad de lo que hemos enfrentado; más bien, lo transformamos en una fuente de fortaleza y sabiduría para el futuro.
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